Hace 3 veranos, Robin llegó a la protectora de la calle con los ojos destrozados por una terrible infección.
Sólo era un bebé de unos meses y ya conocía el sufrimiento del mundo; el abandono, la vida en la calle y la enfermedad.
Gracias a la difusión y ayuda, a los varios días, el caso de Robin llegó a una persona maravillosa que no se pensó dos veces el abrirle las puertas de su casa y ayudarle a sanar.
No se le pudo salvar uno de los ojos y el que le queda, no posee visión. No obstante, Robin hace una vida normal, está adaptado a su minusvalía y es un gatito feliz y cariñoso que convive con otros minios que le han enseñado a disfrutar como cualquier otro.
Fotos de Robin cuando llegó en la primavera del 2011

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