Hace casi un año, Molly fue adoptada en la protectora tras ser abandonada porque se escapaba de casa y el dueño se cansó de ir a recogerla al albergue.
Como veis, ni con raza ni sin raza se libran del abandono, sean buenos o traviesos, cariñosos o independientes, pequeños o grandes, jóvenes o ancianos.
Ahora forma parte del equipo de Sensican terapias caninas donde ayuda a niños y mayores con discapacidad junto a otras compañeras de cuatro patas.
La dulce Molly es un ejemplo en mayúsculas de que cualquier perro puede ser un héroe sin importar raza, edad ni procedencia.
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