
Los primeros días, Tintín se mostraba aterrorizado, había sido mimado como pocos hemos visto y sentirse en una jaula rodeado de otros perros y gente desconocida lo tenían muy cohibido. En pocos días empezó a ser otro, mucho más adaptado y alegre y estábamos seguros de que no tardaría en encontrar una familia tan buena como la que lo había tenido que dejar.
Cuál ha sido nuestra sorpresa cuando quien ha acudido a por él ha sido su dueño original, aún delicado, acompañado de su familia que no va permitir que nada lo separe de su queridísimo Tintín.
Nos han dado ganas de gritar de alegría.
Ésta es una de esas historias que demuestra que nada separa el amor que une a una persona y a su perro, absolutamente nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario