Keko pasó unas semanas en el albergue y aunque estaba muy estresado, las fuerzas para pedir cariño nunca le abandonaban. Iba delante y detrás de cualquiera para pedir cariño.
Lo que más nos preocupaba es que estaba desuñado y si pasaba cualquier cosa, no tendría la posibilidad de defenderse
Gracias a la difusión, su oportunidad no tardó en aparecer. Ahora disfruta de un hogar y una compañera también de cuatro patas. Ya está recuperado, ha cogido el peso que necesitaba y vuelve a estar grandote y feliz.
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