Esta semana nos llegó un conejito que encontraron en un contenedor, dentro de una jaula repleta de porquería, probablemente sin haber sido limpiada jamás.
Tras publicar su caso, no nos faltaron las ofertas de ayuda hasta que finalmente un adoptante estuvo más que dispuesto a darle la oportunidad que necesitaba, lejos de los barrotes y de a saber qué más, historia que desgraciadamente sólo sabe él.
Ver cómo algunos los desprecian y otros se desviven por ellos es desconcertante.
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