Ranma llegó hace unos días a la protectora de la mano de una persona
que no podía cuidarlo.Se ha ido de la mano de una colaboradora que siempre ha tenido hurones y hace poco que perdió al suyo por viejecito.
Ahora Ranma es el peque de la casa, un terremoto que no hace más que jugar y jugar sin parar, ¡se lo pasa pipa con sus nuevos juguetes!
Este huroncito se ha ganado el corazón de su nueva familia, ¡se les cae la baba con el peludete!
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